jueves, 27 de marzo de 2014

HOSPITAL, HOSPital, hospital...



El espacio de hoy, lo quiero dedicar a todas esas horas de hospital que pasamos los familiares de quienes pasan casi la mitad del su vida en los pasillos, pendientes de que les llamen a consulta, de que les den los resultados de un análisis, de que les den entrada a una sala de rehabilitación o, lo que es peor aún, de que salga  un cirujano del interior de un quirófano para decirte que la intervención ha sido un éxito.

Para todas y cada una de estas cosas, hay un ánimo distinto y una forma de ver los pasillos de un mismo hospital, diferente.

Espero que no sea el caso de la mayoría de vosotras, pero por desgracia, otras compartiréis conmigo estas sensaciones de ver incluso con perspectivas diferentes, los colores de los asientos de esas desinfectadas salas de espera.

Cada vez que pienso en el oxígeno que me llegaba a faltar en esas salas de espera, en lo lentos que pasaban los minutos mientras esperaba y siempre la misma frase de bienvenida: "Esperad un momento".

Esperar, esperar y esperar es un verbo que se convirtió en nuestra forma de vivir.

La primera vez que el pasillo de un hospital se me hizo "infumable", fue cuando, al día siguiente de nacer Rocío, se la llevaron a neonatos para meterla en una incubadora y procurarle la prostaglandina en vena.

Recuerdo que después de decirme que mi hija se iba a Valencia en cuanto llegase la ambulancia de urgencia con incubadora, la cama se convirtió en mi enemiga y, no sé cómo lo hice, pero llena de vías por todas partes, consecuencia de la cesárea, me incorporé lentamente en la cama, giré sobre mí misma hasta sacar medias piernas fuera de la camilla y, viendo que no me mareaba, pedi a mi prima que desenganchase la bolsa del drenaje que recogía la sangre de la intervención.

Salté de la cama, sujetando la bolsa como si formase parte de mí, y a paso lento y pausado, logré alcanzar la línea de ascensores. Fui hasta la planta de neonatos y, una vez allí tuve que suplicar que me dejasen ver a mi hija, porque no sabía cuando volvería a verla.

Pasé por primera vez a un box de la sala de neonatos y, me pareció increible verla conectada a una máquina.

Era la primera vez que la veía así y casi se me va el alma cada vez que parpadeaba y la imagen era la misma. Y esa pregunta en mi mente una y otra vez: "¿por qué a mí?", "¿qué va a pasar?","¿en qué revistas aparece esto?"

A la vuelta a mí habitación, llena de dolor, de ansiedad y con todo tipo de odio hacia Dios, el mundo, el destino, y a mí misma por haber sido tan egoísta y, de alguna forma inconsciente, creer que para tener un@ hij@ con alguna enfermedad congénita o degenerativa, sería mejor no tener nada, el pasillo parecía alargarse más a cada paso que yo daba.

La ansiedad me hacía verlo como si se fuese deformando a su paso y derrumbándose contra mí, desde las paredes hasta el punto más iluminado de su techo.

Temer que te pase algo en esta vida, y acabar siendo víctima real de tus propios miedos, es igual que estar viendo una película de terror y, de repente, sentir cómo te absorbe la pantalla y acabas siendo el protagonista en el peor momento del film.

Parece ser que alguien me leyó los pensamientos y decidió ponerme a prueba a ver si, realmente, era capaz de renunciar a ella y, evidentemente, logró que cambiara de opinión: quería a mi hija enferma o sana, pero viva, ami lado y en mi casa.

De la misma forma que unos de mis mayores temores se cumplió, el mayor de mis deseos también. Y hoy sigo sufriendo y disfrutando de la incomparable hazaña de ser madre de un "bebé especial".

Por hoy ya me he alargado bastante y, sólo me queda desearos que disfrutéis de esas horas de espera del hospital porque gracias a ellas, nuestr@s peques vuelven a casa y nosotr@s a luchar.

Gracias por estar al otro lado un día más.

1 comentario:

  1. Cuanto te entiendo, el olor, la sensacion, el odio, el miedo, la reconciliacion, la fuerza y ese coraje que no sabes de donde nace, y ese amor que brota al tener a tu pequeño en los brazos. Esas horas perdidas, esos dias . . Te entiendo tan bien . Mucha fuerza es lo que te deseo Yolanda.

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