viernes, 7 de marzo de 2014

Mi corazón: el regalo de papá



Siete de Marzo: Hoy es el cumpleaños de mi marido y Rocío lleva una semana esperando que llegue este momento.

Aunque la celebración será mañana, en el día concreto siempre se da alguna sorpresa. A pesar de haber llegado tarde de la academia, de que los jueves son ya pesados por el agotamiento que llevamos arrastrando de la semana y de haber tenido un examen de conocimiento del medio a última hora de la tarde, Rocío sacó fuerzas de lo más profundo se su corazón para hacerle un regalito a su papá.

Fue al cuarto de su hermano, le cogió un par de folios y, se organizó el bote de rotuladores y, allí en la mesa de la cocina, esa misma mesa que a veces parece ahogarle las ganas de vivir cuando los ejercicios de clase se le hacen una enorme bola, comenzó a sacar de ella sus más bellos deseos de amor para su papá y convertirlos en un original dibujo de un gran corazón que decía: "felicidades papá, te quiero mucho" que envolvió en un sobre casero que ella misma hizo y se lo escondió bajo la almohada para que apareciese como por arte de magia.¡¡¡ Toda un encanto de maga.!!!

Rocío es muy cariñosa y muy alegre, no tiene malos deseos hacia nadie y, aunque sí es cierto que es muy egocéntrica y sólo prima su propio beneficio, en cuestiones sentimentales, es una enamorada de todas las personas que le rodean.

Siempre habla con todo el mundo, desea ser el centro de atención de cualquier grupo, bien sea de su edad, adultos, o niños pequeños, le encanta estar rodeada de gente, no soporta estar sola en ningún sitio y si puede ser en contacto directo, o sea, tocando a quien tenga cerca, mejor aún. Es tal su apuro de estar sola, que tiene fobia histérica ante la sospecha de tener que dormir sola, por eso siempre ha dormido acompañada.

Al principio, evidentemente, dormía en la cuna situada en nuestro cuarto y, a los seis meses la pasamos a su cama, en el cuarto de su hermano Eloy. Pero con tantos cambios, tantos viajes a Valencia y tanto quirófano, creo que tenía miedo de quedarse sola por si la volvían a intervenir.

 Como las primeras tres intervenciones fueron antes de los dos meses de vida, pero las otras cinco restantes han sido más dilatadas en el tiempo, además de los irremediables terrores que cada niño pueda ir adquiriendo en su vida cotidiana, aquí hemos de añadir continuas analíticas de sangre y orina, revisiones urológicas, ecografías de tórax, placas continuas, contrastes, electros, valvuloplastia, cateterismo, cirujía de paladar, intervención renal,operación de hernia inguinal, drenajes en los oídos, vacunas infinitas...

Era evidente que esta niña tuviera más miedo de lo normal a la soledad, por eso no hemos considerado oportuno arrebatarle su fobia, pero sí disimulársela: poco a poco la fuimos desvinculando de su dependencia, alejándonos cada vez un poco más de ella a la hora de dormir. Siempre cerca pero cada día un poco más distanciada y sin dejar de hablarle dulcemente para que se relajase y aprendiese que siempre estábamos ahí aunque no nos tocase y, antes de que nos reclamase atención, la acariciábamos y le volvíamos a recordar que era hora de dormir. Poco a poco y armados de mucha paciencia, conseguimos que ir a la cama se convirtiese en lo que realmente debe ser: el momento de descansar y de tener dulces sueños.

Hasta aquí otro trocito de mi historia y, como siempre, gracias por estar ahí.

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