miércoles, 2 de abril de 2014

El fin justifica los medios



Hemos encontrado un estímulo que, mientras dure, nos va a salvar las horas de estudio.

Ahora está de moda en el cole que las niñas hagan pulseras con gomitas de colores y que luego van luciendo y regalando entre todos sus compañeros.

Rocío estaba deseando hacer pulseras porque sus amigas en el cole hacen muchas y de diversos colores. Mi primera intención fue decirle que ella no tenía tiempo de hacer pulseras porque siempre pasamos el día apuradas con los deberes.

Pero reaccioné a tiempo y usé su "capricho" como instrumento de trueque. Le propuse comprarle un paquete de las dichas gomitas si acababa los deberes del día, para ver si realmente le iba a poner interés. 

La vi tan contenta con la noticia y tan emocionada por acabar los deberes, que decidí comprársela mientras ella estaba en la academia para que cuando acabase los deberes por la noche, tuviese su recompensa inmediata y no esperase al mediodía siguiente.

Cuando volvió de la academia, aún le quedaban algunas tareas por terminar y ya estaba cansada, pero después de la ducha se despejó un poco y, cuando intentó rendirse y decir "ya no quiero trabajar más", le enseñé la bolsa de gomitas para hacer las pulseras y su emoción fue tal que empezó a agitarse de forma descontrolada.

Entonces tuve que relajarla y decirle que ese no era el camino, que para conseguirla debía terminar los deberes, pero que si estaba cansada, no pasaba nada, que lo primero es descansar para estar fresca al día siguiente y rendir bien en el cole.

Mi sorpresa fue cuando dijo: "no mamá, que lo quiero terminar ahora". Y así lo hizo. Tuvo la osadía de volver a sentarse frente a su libreta y con total serenidad retomar lo que había dejado hasta acabarlo todo. Es cierto que necesitó un poco de ayuda, pero la pidió de buenas maneras y con una conducta intachable, con templanza a la hora de hacer los ejercicios.

Creo que su interés cambió en el momento en cuanto entendió que el interés por acabar su trabajo era suyo y no mío. Tenía un premio-estímulo inmediato y, además, lo había visto y era lo que ella quería. Podía hacer lo mismo que sus amigas y compartirlo en el patio, como todas las demás. Ahora tenía interés por sentirse igual que el resto de sus compañeras, ya no quería ser la pequeña, la bebé ni la que se deja dominar por el resto, quiere ser Rocío y que las demás sepan que es tan mayor como todas las demás.

No contenta con el resultado de sus tareas escolares, mi hija me volvió a sorprender haciendo ella sola y sin ningún tipo de explicación una pulsera, aunque de forma muy sencilla, pero por su propia iniciativa, con una serenidad que sólo había visto en ella viendo la tele o jugando con el móvil y me demostró que ha encontrado otra actividad  que la invita a concentrarse y no tiene pantalla ni botones.

Espero haber encontrado otra pequeña pieza que me ayude a resolver el puzzle de sus pensamientos, de momento seguiremos luchando, hoy con más ilusión que otros días pero, como siempre, encantada de teneros ahí. 

Muchas gracias otra vez. 

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