jueves, 27 de febrero de 2014

-33%... ¿qué significa?



El espacio de hoy se lo quiero dedicar a una reflexión a la que me llevó un programa de una televisión autonómica andaluza llamado "Tesis". En él salían padres comentando que sus hijos con un dictamen que les otorgaba un grado menor del treinta y tres por ciento de discapacidad o minusvalía (como le queramos llamar, porque esto será otro debate) no tenían derecho a ninguna subvención o a muy poca, teniendo en cuenta todos los refuerzos profesionales que estos niñ@s necesitan para ir solventando su día a día.

En circunstancias normales, nadie quiere que su más preciado tesoro tenga dificultades en nada pero, cuando esas dificultades existen y además te recomiendan que te pongas en manos de profesionales (fisios, logopedas, psicólogos y terapeutas varios) en ocasiones te planteas cómo vas a poder abarcar este número sin fin de gastos y, en muchas ocasiones seguro que algunos de nosotros hemos tenido que hacer de pseudo-profesionales para seguir dando a nuestros hijos los refuerzos que necesitan pero desde la humildad de nuestras posibilidades y con todo el amor que por ellos sentimos, pero en ocasiones lo primero es comer y pagar el techo que nos cubre.

Empecé a pensar que si ahora no tienen ayuda del estado, cuando tengan mayoría de edad....¿quién les va a amparar?, ¿qué futuro les espera?. Porque si mi hija sale al mundo laboral con un certificado de discapacidad del cinco por ciento o del veinticinco por ciento, tendrá las posibilidades mínimas en la calle, porque a quien tenga más de un treinta y tres por ciento sí que recibe algún tipo de "privilegio" gubernamental, lo cual no sólo me parece excelente, sino que además me parece insuficiente.

En fin, este planteamiento no es para que bajen el listón de los grados de discapacidad de quienes la soliciten, sino para llegar a la firme conclusión de que a est@s niñ@s, la pena y la lástima de hoy no les van ayudar mañana, por eso lo mejor es empezar a enseñarles desde hoy que deben luchar por y para sí mismos, para que cuando el día de mañana tengan que volar por sí solos sigan siendo los mismos campeones de los que hoy nos sentimos tan orgullosos.

No tenemos reparos en darles los tratamientos o someterles a las intervenciones que sean necesarias para su salud; no ponemos pegas en que los fisioterapeutas, logopedas y foniatras les ayuden dos, tres o cuatro veces por semana para que su organismo aprenda a manejarse cada vez con menos dificultad y, sin embargo, por lo menos en mi caso, me ofrecen medicar a mi hija para que se centre más en clase y me proponen una adaptación curricular en el centro educativo al que pertenece. Es de agradecer que quieran evitar el sentimiento de frustración de Rocío, pero con el esfuerzo y la constancia saldrán los resultados.

Mi respuesta fue rotunda:¡¡NO!! Yo quiero que mi hija aprenda lo que se da a los niños de su edad y que además aprenda a aprender y que si no puede sacar un diez sacará un cinco, pero tendrá las mismas oportunidades que el resto de sus compañeros, porque la vida no va a bajar el listón para que ella lo salte.

Mi hija nació para cuarenta y ocho horas y tiene ya nueve años. Si ella ha luchado para vivir, los médicos para salvarla y todos los profesionales para hacerla mejor cada día, yo, como su madre que soy me siento en la obligación de defender su integridad emocional tal como es y de buscar la manera de que aprenda lo que debe en cada momento de su vida.

Yo no pretendo que el mundo cambie para que sea más fácil para mi hija, pero sí tengo claro que el sistema de enseñanza que hay actualmente en vigor a mi hija no le sirve para aprender: ella no necesita leer textos si no tiene experimentación. Estudiar no siempre es aprender; y tampoco se aprende siempre estudiando.

Rocío aprende muy bien con colores, con dibujos divertidos que cobren vida y con experimentos palpables y si tengo que convertir este sistema de reforzar su enseñanza y su educación en una costumbre, estaré encantada con el reto, porque el premio final es la sonrisa de su satisfacción y el camino que me lleva a ella es hacer divertidos los conceptos de cada tema.

En definitiva llegué a la conclusión de que decir que tienes una deficiencia calificada inferior al 33%, sólo es para decirte que tienes que esforzarte más en salir adelante y buscar alternativas que te sirvan de refuerzo...¿y quién no lo necesita?

Espero que este post haya servido de ayuda a quien pueda necesitarlo, porque yo he pasados muchísimos malos ratos para llegar hasta aquí.

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