miércoles, 6 de abril de 2016

Miedo al futuro



¿Qué levante la mano aquel que no haya tenido miedo pensando en el futuro de su hijo/a? Yo os contestaré de mi parte, he sentido y siento miedo, vértigo y no sólo por ser padre, todos sentimos un cosquilleo en nuestro cuerpo cuando piensan en el futuro y más cuando eres un padre con un hijo afectado por el Síndrome 22q.

Intentamos luchar en el día a día y ya de por sí es duro, intentamos tener controlado su entorno para que intente evolucionar lo mejor posible dentro de sus posibilidades, peleando con el sistema educativo en busca de su bienestar y como no, visitas tras visitas a los especialistas para controlar su estado de salud.

Pero hay algo que se nos escapa, el futuro; ese futuro a medio y largo plazo que no podemos controlar, un futuro en el que su próxima adolescencia con todo lo que ello supone hace que no nos podamos relajar ni un solo momento. Eso es lo que nos da miedo, exactamente que tarde o temprano lucharán por ser independientes y por más que queramos, lucharán por tener su privacidad, algo que con su inocencia y con lo irracional que se está volviendo la sociedad nos hace sentir incómodos.

Es cierto que falta unos años todavía, pero es que pasa tan rápido el tiempo, nunca pensé que llegaría tan rápido. Empiezan asomarse los primeros síntomas de acné, su figura se está estilizando, empezando a aparecer curvas que yo a mi niña nunca había visto, y ya cuando llegas a casa y oyes una música, muy particular y que crees que viene del piso de abajo de la chiquita de los vecinos, te das cuenta de que no, ese sonido sale de la habitación de tu hija, es Los Gemeliers.

Habitación que deja al lado los juguetes, las muñecas de toda la vida y en el que empiezan a aflorar fotografías de actores y cantantes jóvenes, esos que tus amigas en la adolescencia llevaban en la mochila. Ahora sólo nos queda estar a su lado, vigilarla bien de cerca como el guardián entre el centeno y demostrar como siempre que estás ahí en cada caída, guardando nuestros miedos para nuestras noches de soledad.

Y como dice mi mujer, gracias por estar al otro lado.

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