Por más que se luche en la calle por la igualdad entre hombres y mujeres, es evidente que somos bien distintos en el enfoque de la crianza. Genéticamente tenemos ciertas diferencias en cuanto al rol que debemos cumplir cada cual, y es por ello que cada progenitor debe desarrollar unas funciones para las que está destinada su herencia histórica. He de dejar claro que, como en todo, se encuentran excepciones, pero voy a intentar encontrar, mediante esta reflexión, una respuesta lo más próxima posible a la realidad, pero jamás hallaré la realidad en sí.
Últimamente estoy siendo testigo de una oleada de separaciones matrimoniales, que coinciden con los abandonos del padre de la casa familiar. Es evidente que cada uno sabe lo que pasa en su casa, pero yo voy a intentar hacer las valoraciones de lo que se aprecia desde fuera. Porque lo que se saca a la calle, sin quererlo, es muchas veces el reflejo mudo de los problemas vividos de puertas hacia adentro.
Cuando hablo con cualquier persona, tengo el defecto de descifrar cada gesto que hacen con la mirada, con las manos e incluso las expresiones que surgen de forma inconsciente cuando no tienen que tener actitudes "protocolarias", o como decía Alejandro Sanz: "cuando nadie me ve puedo ser o no ser".
Cuando una mamá tiene un hijo con alguna dificultad, un instinto de sobreprotección nace en ella para que a su bebé no le pase nada. Pero parece ser que en los papás, este instinto no tiene razón de ser. Es posible, que ante el nacimiento de un nuevo ser, las funciones de cada progenitor sean tan diferentes que en estas situaciones tan extremas, se acentúen aún más: la madre les protege y el padre les prepara para la lucha y la supervivencia.
También parece que las mamás tenemos un instinto que nos hace anticiparnos a las complicaciones venideras, y en los papás parece no ser así, sino que son más de recurrir en el momento que surgen las dificultades. Este es uno de los principales motivos por los que empiezan los conflictos de pareja y muchas de las desavenencias: ¿faltas de comprensión y de comunicación o simplemente son dos formas diferentes de ver una misma cosa?
La tercera causa de esta "fuga del patriarca", parece ser la falta de dedicación de la mamá hacia el papá: éste nota que toda la atención de la madre, se gira en torno al niño, buscando posibles soluciones, lo que le quita tiempo para otros menesteres de pareja y considerando que el papá también se va a volcar en la nueva cruzada que tienen en común. Pero, al parecer, no es tan común.
Voy a intentar explicarme en esta última para evitar malos entendidos: En la mayoría de parejas, los hombres tienen un apetito sexual más acentuado que las mujeres y, llegados a este punto (el de una crianza compleja), la diferencia es aún mayor. de manera que el hombre acaba buscando una alternativa a sus necesidades de atención que son las que no recibe en casa. He de decir, que tampoco se da en todos los casos.
Muy en contra de lo que la mamá necesita de su acompañante, acaba viéndose sola ante una situación más compleja de lo habitual, y sintiéndose sin apoyo, sin respeto, sin compañía y sin entender cual ha sido el problema.
Con el más sincero respeto a todos los padres y a todas las madres, espero que esta pequeña reflexión, recreada de las conversaciones que se han ido manteniendo con distintos padres y madres con diversidad de situaciones, sólo pretendo acercar las condiciones vividas por cada una de las partes. Esperando que estas líneas sirvan para el entendimiento de las otras partes abriendo un fructífero debate y no una ardua disputa.
Dejo una pregunta sobre la mesa: ¿quién puede saber lo que piensa la otra persona si nadie lo dice?
Y como siempre, gracias por estar ahí.
Yolanda